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#BuenosAiresQuerido es una cuidad húmeda, muy húmeda, demasiado. Tanto como para lograr 30 grados en pleno invierno. 30 pegajosos grados, diría yo. Me refiero a ese veranito pesado, insoportable, MOJADO, al que no hay cabellera que sobreviva.
Sabía que la humedad puede complicarte la vida si querés crear, por ejemplo, con porcelana fría.
Si necesitás 2 días para que se seque un adorno, con humedad necesitarás una semana, mínimo.
Ahora, en mi corta vida como repostera, he aprendido algo más en lo que la humedad te puede joder la vida. Y bueno, de los errores se aprende.
La lección fue esta:
No es textura, es agua. La humedad de #BuenosAiresQuerido humedeció (valga la redundancia) el fondant de esta torta.
Intentaba ser creativa y hacer una linda torta para festejar el cumpleaños en el jardín de mi hijo mayor. La torta quedó bastante bien, la guardé en la heladera como hago siempre.
A la mañana siguiente, cuando la fui a ver, horas antes de llevarla al jardín,me encontré con la sorpresa. Obviamente googleé en problema para encontrar la solución y ahí fue cuando me enteré que a las tortas con fondant era mejor no dejarlas en la heladera porque podía pasar eso. Es que el cambio de "clima" entre el frío de la heladera y el clima le provoca eso. Ahora, con el calor que estaba haciendo, imposible.
¿Solución? Si, claro, sacarla varias horas antes, que al estar a temperatura ambiente, secaría y volvería a a humedad.
Bueno, con tremenda humedad, ni tres horas le alcanzaron para volver a la normalidad y la torta tuve que visitar el jardín así como estaba. Por suerte la que se encargó de cortarla fue la seño, y no yo
Claro, de las pocas tortas de este tipo que he hecho hasta esta, nunca me había tocado un día húmedo.
Lección aprendida. Para la próxima ya sé que, al menos, debo sacar la torta de la heladera varias horas antes...
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